El Padre
desde el cielo proclamó: "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto".
Estas palabras también tienen que resonar en nuestro corazón. Dios Padre nos
dice continuamente: "Tú eres mi hijo", "Tú también eres mi
amado, mi predilecto", porque el amor de Dios es tan grande que
puede amarnos a todos con predilección.
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