El banquete del Reino de Dios se
anticipa en el banquete eucarístico. El plato fuerte de ese banquete es el
amor. Por eso los hombres eucarísticos serán forjadores de un mundo nuevo,
sembradores del Reino de Dios que esperamos.
La Eucaristía nos compromete a
trabajar por la igualdad y la solidaridad, a acercarnos al pobre y ser más
pobres, a defender la dignidad y los derechos de todas las personas, de manera
que todos puedan sentarse a la mesa de los hijos de Dios.
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