La Buena Noticia se ha de anunciar con gracia y “salero”, para dar
buen gusto a la vida de los demás. Quien opta por los valores del Reino aporta
el sabor del Evangelio a la sociedad en la que vive. La misión no consiste solo
en anunciar un mensaje, sino en transformar el mundo para que la convivencia
humana tenga mejor sabor. ¿Somos realmente los cristianos estímulo y signo
eficaz de un mundo distinto, menos egoísta, más solidario, más alegre, más
feliz?, ¿Nuestra “sal” tiene fuerza, sabor y vigor evangélico?, ¿Nos
distinguimos los cristianos por ser personas felices? ¿En qué se nota?.
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