Son muchas las cosas que
nos ciegan. Son nuestras limitaciones y nuestros pecados. A veces somos ciegos
por la ignorancia, otras por las pasiones y la mayoría, por la oscuridad del
ambiente que nos rodea. Jesús se muestra como la Luz del mundo, que viene a
curar no sólo la ceguera física, sino también la espiritual. Nuestras
enfermedades físicas y espirituales pueden ser sanadas por el Señor, si lo
dejamos actuar.
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